Bueno, bueno, bueno, no quiero ni pensar lo se os está pasando por la
cabeza. Claro que un
McGyver no duda de sus inventos pero llegado el momento quizá uno piense que su arrogancia puede pagarla alguien más que el. Y n
o quiero disculparme pero todos sabéis que un prototipo no está para lanzarlo 15 Km desde el puerto y don
musculitos aguantándolo cuando tendrá un peso aproximado con
Nerea dentro de unos 30 -35
Kilitos. Pero no me quiero hacer el
supermán ni
mártir porque como dice aquel refrán "sarna con gusto no pica" y así de paso voy haciendo piernas para la
behobia. Aprovecho la ocasión ya que la

escritora está con los masajes, la crema y
rebentando ampollas, lo típico por estos lares... ¡Y es que se
ven unas
joyitas de pies ...!
Pues como decía, aprovecho la ocasión para comentar la etapa de hoy que la podríamos dividir en dos partes: la de subida y la de bajada. La subida a sido un "
ttipi ttapa" constante en la que el jefe de la manada (yo mismo) a tomado las riendas del equipo para
marcar el paso. No ha llegado a ser duro el subir esos 8 Km hasta la cruz de ferro pero si pesado, y digo pesado en primer lugar porque la
disck-
jockey (
Nerea) me ha llevado todo el rato con la radio y

una música china que me voy a quitar el apelativo de
burro por el del chino
cudeiro; y segundo porque he llevado
rondándome la cabeza y el cuerpo, así como unas 200 moscas más o menos. Ahora entiendo porqué la madre naturaleza dotó de cola a los burros, para espantarlas. Una vez llegados a la Cruz de Ferro previo almuerzo al lado de la taberna de
Gaia en Fondebadón y cantando la canción de "Ikusi
Mendizaleak" a coro. Hemos tirado las piedras de rigor y avanzado por el llano para tomar la bajada hasta
Molinaseca. Al poco de pasar la Cruz
Alex a empezado a renquear y me ha preguntado cuanto quedaba para llegar a
Molinaseca. Yo como no llevo el
mapa ya que lo lleva
Kris y ya sabéis que lo último que hay que darle a una mujer es el mapa (menos mal que aquí todo el camino está indicado con flechas amarillas), le he dicho por lo que

me acordaba, que quedarían unos seis kilómetros. La mirada de
Alex mas que
tranquilizadora ha sido aliviadora cuando de repente el y yo perplejos, vemos un cartel de
señalización en el que indica que hay que tener máximo cuidado en el
descenso por la carretera ya que hay una fuerte pendiente de unos 15 Km. La mirada entonces de aliviadora a pasado a odio y a ¿
Aitá porque me mientes? cuando yo me he quedado igual que el, no he dicho nada y hemos tirado para adelante. En cualquier otra situación
Kris viendo el panorama hubiera dado media vuelta, pero como lo que le espera al desandar era mas de lo mismo, ha callado y tirado para adelante. 4
Kilómetros 
después hemos
llegado a
Manjarín, después de una pequeña bajada donde estaba el
Sr Tomás, una especie de templario - monje dando un sermón sobre el fin del mundo en tono un tanto galáctico, donde los seguidores han acabado rezando en circulo dándose la mano, no sabía si reir o llorar, al final lo lógico, nos piramos antes de que nos pillen como han pillado a nuestra compañera Marta. Nos despedimos y un tipo nos indica que ni se nos ocurra bajar con el
carrito por el sendero que está
peligrosísimo que hay unas rampas que parecen escaleras, y que mejor que vayamos por la carretera. Comenzamos la bajada, calculo que serán unos diez kilómetros en ese momento y empiezan los problemas,
Alex se empieza a quedar en la bajada, primero que le pican las piernas, luego que le duelen los pies, que tiene ganas de
giñar y yo cada vez que paramos tengo que aguantar con los riñones el peso del
carro. Entonces decido cambiar el mosquetón y ponerlo por delante y aguantar de frente, todo cambia hasta que pasan 2
kilómetros y el dolor ahora a cambiado de

posición igual que el carro. A duras penas conseguimos llegar a el Acebo y
Alex ya quiere abandonar. Cuando le digo: ¡que pena no nos podremos bañar en Molinaseca! Reacciona y continua andando pero al poco vuelve a caer y va parando cada poco hasta que incluso insinúa que va a hacer dedo hasta Molinaseca. Entre que se le pasan los coches y que no baja nadie, llegamos a un prado con un restaurante, nos miramos los cuatro y sin mediar palabra decidimos parar a comer. Buena comida y mejor atención, el descanso nos ha venido bien pero todavía nos quedan 5 km de bajada y son las 4 de la tarde. Finalmente llegamos a destino sin ninguna mancha en nuestro expediente.